LA MESA DE CLEOPATRA




Famosa por sus encantos, la última reina de Egipto gustaba de los manjares y conocía de las bondades de los alimentos para mantenerse joven y bella.

“Pescados del Nilo, doblemente apetecidos por su origen sagrado, gansos cebados, cuartos de ternera, jabalíes enteros, piernas de antílope, exquisitos postres de miel y sésamo, sandías abiertas y jugosas, racimos de uvas negras, verdes o doradas, dátiles, granadas de rojo vientre, higos blancos de Siria…”

Así describe Renato Strozzi en su obra “Cleopatra, la Circe del Nilo”, que sirvió de base para la célebre película “Cleopatra” que protagonizaran Liz Taylor, Richard Burton y Rex Harrison, uno de los banquetes que ofrecieran la mítica soberana y Julio César en el suntuoso palacio imperial de Alejandría.
Y más adelante dice que en la mesa para su reencuentro con Marco Antonio en su nao imperial habían “bebidas y vinos que sin duda eran ambrosías por el color y la transparencia, bocados que ni los dioses debían probar, a juzgar por la apetitosa fragancia que se desplegaba de las fuentes.”
Sin duda, la última de la dinastía de los Ptolomeos sabía complacer a sus invitados en todos los sentidos y conocía bien las virtudes de la buena mesa, así como los secretos para mantenerse en forma, con costumbres que la convierten en pionera de los dietistas.
Se dice que para el emperador romano Julio César tenía una importancia particular la granada, porque constituía uno de los secretos de belleza de su amante, quien la comía para mantenerse joven, pues había aprendido que esta fruta tenía efectos beneficiosos para la piel, el cabello y las uñas. Recientes pruebas científicas han confirmado recientemente cuan acertada estaba.
Las plantas también tienen hormonas que regulan el metabolismo. Al comerlas se ingieren dichas hormonas vegetales cuyo efecto beneficioso ayuda a nuestro organismo. La granada es rica en fitoestrógenos, como los flavonoides, de alto valor, y el resveratrol. Ambas sustancias tienen un efecto protector comprobado. Contribuyen de modo eficaz a proporcionar un aspecto saludable y radiante. La piel se ve elástica y sonrosada, el cabello brilla y las uñas se ponen fuertes y duras.

Dieta del suero de leche
El suero de leche que se sabe que consumía Cleopatra es un concentrado de nutrientes conocido desde la antigüedad como “agua para sanar”. Más que una dieta supone una cura depurativa que se notará en la báscula. El suero procede de la coagulación de la leche y es un cóctel explosivo de vitaminas, proteínas y sales minerales. Al tiempo que depura el organismo favorece la movilización del tejido graso como fuente alternativa de energía.
La dieta famosa dura 6 días. Ayuda a bajar unos 5 kilos. Está destinada a cualquier persona sana que quiera perder peso. Deben abstenerse las personas con intolerancia a la lactosa o sometidas a un tratamiento médico continuado, así como los niños y mujeres embarazadas o en período de lactancia.
Consiste en el consumo de suero en polvo que procede de queso sometido a un proceso de desecación y se vende en potes de 450 gramos en herboristerías y centros dietéticos. El preparado se ingiere entre 6 y 7 veces en dosis de 2 a 3 cucharadas soperas de suero por cada 250 mililitros de agua mineral. Es muy estricta y no se debe comer absolutamente nada más, explican los especialistas.

(*) Escrito por Vilma Egoávil De la Cruz en Nutriéndonos No. 8